La ciencia está detrás de coleccionar ofensas

Las cosas positivas se desvanecen y los rencores tienen una impresión duradera.

Puntos clave:

- La mente es amiga de la culpa y del pesimismo.

- En todo el mundo se ha observado un aumento de la negatividad: la ansiedad, el miedo, la tristeza y la ira son los factores más destacados.

- Esta mentalidad garantiza que nuestros insultos y quejas permanezcan con nosotros.

Al cerebro le gusta concentrarse en insultos e injusticias. ¿Por qué dijo eso? Estoy tan ofendida. Nos encanta quedarnos y revolcarnos en medio de quejas y rencores. El cinismo en el que nos involucramos es una tendencia incorporada en la que las personas prestan más atención, recuerdan y se ven más afectadas por la información o los eventos negativos que por los positivos o neutrales, incluso cuando todos tienen la misma importancia. Prestamos atención a las cosas malas, una mentalidad que garantiza que los desaires y las quejas se queden con nosotros.

Guardar rencor se asocia constantemente con una salud mental y física negativa. Sentir resentimiento y colectar agravios puede aumentar el estrés, la ansiedad y la depresión. Esta incapacidad para dejar de lado una ofensa percibida está relacionada con el afecto negativo persistente y los pensamientos obsesivos. El resentimiento crónico también puede comprometer el sistema inmunológico, permitiendo que la enfermedad se arraigue.

Una investigación que apareció en la revista Qualitative Psychology encontró varios componentes de guardar rencor, incluida la necesidad de validación, superioridad moral, incapacidad para dejar ir, latencia (presente, pero en un estado no observado o subdesarrollado), ruptura de lazos y expectativas para el futuro. Guardar rencor puede ser cíclico, con pensamientos intrusivos persistentes que obstaculizan la calidad de vida. Estos pensamientos negativos de dolor e ira pueden disminuir con el tiempo, pero son fácilmente convocados a la vanguardia de la mente.

La mente puede entonces ponerse en un bucle; la red de modo predeterminado, las regiones cerebrales interconectadas, se vuelve más activa durante el descanso o el pensamiento centrado en el interior, el tipo de pensamiento en el que masticamos el pasado o rumiamos sobre el futuro. Es menos activo cuando el cerebro está ocupado con una tarea o estímulo externo, por ejemplo, mientras opera maquinaria pesada. La red se activa cuando la rutina se hace cargo.

Este sistema automático permite que la queja se revuelque en la mente. Esa mentalidad descontenta es como culpabilizar, que incluso puede volverse insidioso, allanando el camino hacia la victimización, donde se asume el papel del mártir. Nos resentimos y culpamos, y ponemos muchas excusas sobre la miseria que sentimos.

De 2006 a 2022, los países de todo el mundo han visto un aumento de esa negatividad: la ansiedad, el miedo, la tristeza y la ira son los aspectos más destacados. No es de extrañar que la desconfianza y la falta de civismo estén muy extendidas. Los medios y los políticos perpetúan la negatividad; nos alimentan con malas noticias con fines de lucro y poder. Saben que tenemos que estar atentos a los aspectos negativos de la vida; saben que los aspectos positivos se desvanecen y que las cosas malas y los agravios tienen una impresión duradera.

Ver lo negativo de manera realista

Mirar nuestra negatividad y estados de ánimo de manera diferente puede ayudar. Los occidentales evitan las emociones duras como la tristeza y el miedo, pero aceptar estas emociones puede hacer que la vida sea más fluida y verdadera. Podemos aprender de sociedades colectivistas, como las del este de Asia o África. Podemos, como ellos, ser más neutrales sobre nuestras emociones y experiencias. Darle menos peso emocional a los pensamientos infelices, y observarlos desde la distancia puede ayudar. Si lo hacemos, es posible que estemos menos inclinados a enredarnos en nuestros rencores.

Lo Básico

El acto de perdonar también puede ser un antídoto saludable. Cuando perdonamos y dejamos ir el agravio, podemos experimentar un bienestar positivo y mejores relaciones. El perdón nos beneficia mental y físicamente. Dejar de lado el resentimiento y mostrar gracia a los demás nos permite experimentar menos ira y angustia y, a su vez, reducir el estrés y la ansiedad al tiempo que aumenta nuestro bienestar general.

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