Los peligros ocultos de complacer a los demás.
Si en tu familia o grupo de amigos te conocen como "el bueno", probablemente lleves esa etiqueta con orgullo. Eres quien escucha sin interrumpir, evita los conflictos y siempre está dispuesto a ayudar, incluso cuando te estás ahogando.
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Pero ¿y si ser amable no es una virtud, sino un disfraz? ¿Y si tu amabilidad crónica está saboteando tu felicidad, tus relaciones e incluso tu salud mental?
Los psicólogos han estudiado durante mucho tiempo el rasgo de la alta amabilidad, un indicador de personalidad asociado con la amabilidad, la empatía y la cooperación. Aunque parezca un rasgo ideal, la realidad es más compleja. Las investigaciones indican que las personas con una alta puntuación en amabilidad a menudo tienen dificultades para establecer límites, expresar sus necesidades y afirmarse cuando más importa. Con el tiempo, esto puede provocar agotamiento, ansiedad y resentimiento reprimido.
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2 Ejemplos de Amabilidad Excesiva
Tomemos como ejemplo a Elena, una curadora de museo de 42 años en Minneapolis. Para sus compañeros de trabajo, era el pegamento que mantenía unido al equipo: siempre amable y siempre servicial. Pero a puerta cerrada, Elena luchaba contra migrañas, noches de insomnio y una creciente sensación de invisibilidad. "Sentía que desaparecía", dice. "Como si tuviera que borrarme para que todos se sintieran cómodos".
O pensemos en Renzo, un chef de 29 años en Santa Fe. Renzo se enorgullecía de ser servicial, ecuánime y diplomático. Sin embargo, en sus relaciones románticas, se veía repetidamente aprovechado, incapaz de defender sus propias necesidades eficazmente. "Pensaba que si era lo suficientemente bueno, me tratarían bien de forma natural. No me di cuenta de que les estaba enseñando a ignorarme".
Deja de ser "amable" y empieza a ser auténtico.
Aquí tienes tres consejos contradictorios pero poderosos:
1. Empieza con los microconflictos. En lugar de intentar un cambio global de la noche a la mañana, empieza poco a poco. Discrepa con un amigo sobre la elección de un restaurante. Dile a tu compañero que no puedes quedarte hasta tarde. Estos micromomentos entrenan tu sistema nervioso a tolerar la incomodidad y ayudan a reconfigurar tu relación con la confrontación.
2. Usa los cumplidos con límites. Puedes ser cálido y amable sin ser un felpudo. Intenta decir: "Me encantaría ayudar, pero hoy tengo que cuidarme". Sigues expresando cariño, pero con límites. Eso es amabilidad genuina, no auto-borramiento.
3. Pregúntate: ¿Quién se beneficia de mi silencio? Esta pregunta, aparentemente simple, puede servirte de intuición. Cuando decides no hablar, ¿quién se beneficia y a qué precio?
Es hora de redefinir lo que significa ser "amable". La amabilidad genuina no proviene de complacer a todos, sino de ser honesto, transparente y compasivo contigo mismo primero. Porque cuando siempre estás complaciendo a los demás, estás abandonando a alguien más en el proceso: a ti mismo.
Reflexión final: ¿Quieres profundizar?
Empieza un diario de límites esta semana. Registra los momentos en que dices que sí cuando quieres decir que no y anota lo que desearías haber dicho. El cambio empieza con la consciencia.
Ser querido se siente bien. Ser auténtico se siente mejor.
Puntos clave:
- Ser querido se siente bien. Ser auténtico se siente mejor.
- Puedes ser cálido y amable sin ser un felpudo.
- Comience poco a poco, afirmándose en los micro conflictos.
Referencias
Wilmot, MP, y Ones, DS (2022). Amabilidad y sus consecuencias: Una revisión cuantitativa de los hallazgos metaanalíticos. Personality and Social Psychology Review , 26 (3), 242-280. https://doi.org/10.1177/10888683211073007 (Trabajo original publicado en 2022)
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