La empatía es una respuesta al estrés. La compasión no.

Cómo expresar que te importa sin quemarte.

La empatía no se trata solo de emociones: También reflejamos la fisiología de los demás.

Cuando nos identificamos con las personas que tienen dificultades, nuestros cuerpos entran en estrés. 

La compasión es un estado de calma y conexión. También proporciona más apoyo a los demás.

Si bien la empatía es un ingrediente esencial para las relaciones sólidas y de apoyo, tiene un costo.

La investigación muestra que la empatía es una experiencia de todo el cuerpo: reflejamos la fisiología del otro junto con la emoción. Los estados negativos, ya sea dolor, enojo o ansiedad, crean una gran activación y excitación en el cuerpo, por lo que cuando empatizas con alguien estresado, también te estresas. Es por eso que muchos cuidadores experimentan agotamiento.


La empatía tampoco nos hace buenos ayudantes. Cuando nos activamos, ya no estamos presentes. Atrapados en nuestro propio estado de estrés, no escuchamos bien y carecemos de la capacidad de calmar a otro. Piensa en esos amigos que te hacen sentir peor cuando estás deprimido, en lugar de mejorar.

Hay una solución. La compasión se define como la preocupación por el sufrimiento de los demás con la motivación de ayudar. Es un estado neurológico completamente distinto de la empatía. Mientras que la empatía activa la ínsula y la corteza cincelada media anterior, la compasión emplea la corteza orbitofrontal medial y el cuerpo estriado ventral.

Desde una perspectiva fisiológica, la empatía por las emociones negativas involucra el sistema de estrés (por ejemplo, lucha-huida-congelación), mientras que la compasión se basa en el vagal ventral, un estado fisiológico de seguridad y conexión. Curiosamente, esto es cuando la empatía ayuda en lugar de lastimar: La persona con dolor puede corregirse con un individuo seguro y tranquilo, experimentando seguridad y calma en sus cuerpos también. Cuando nos sentamos en compasión, proporcionamos espacio, cuidado y amor para aquellos que están sufriendo.

Entonces, ¿cómo practicamos la compasión? Los estudios de laboratorio lo cultivan en sus participantes colocándolos primero en un ambiente tranquilo y pacífico. Luego, los participantes hacen una meditación de bondad amorosa. Visualizan su propio sufrimiento y le envían amor. Luego extienden esa calidez a un amigo cercano, una persona con dolor, una persona neutral y, finalmente, a la comunidad en general.

Hay dos conclusiones aquí. Primero, la compasión es activa. Envías amor a la otra persona, en lugar de experimentar pasivamente su dolor junto a ella. En segundo lugar, apoya a la persona necesitada. Cuando vienes de un lugar amoroso, creas un ambiente seguro para ella. Le das un espacio libre de juicios para experimentar sus pensamientos y emociones.

Si empatizas fácilmente y luchas con el estrés asociado, aquí hay un plan de cinco pasos para nutrir tu lado cariñoso sin los efectos secundarios negativos:

Identifica tus puntos débiles de empatía. ¿Qué objetivos resaltan tu empatía? Claro, sentimos empatía cuando nuestros amigos están sufriendo. Pero, para muchas personas, otras actividades, como leer o ver las noticias, activan su empatía y los hacen sentir estresados. Ver películas de terror o leer ficción que incluya mucho dolor (por ejemplo, divorcio, enfermedad, muerte) afecta a los demás. ¿Ves la ironía?: Sabemos que se supone que debemos reducir el tiempo de pantalla antes de acostarnos. Pero, si seleccionas un libro que produzca empatía y, por lo tanto, estrés, será más difícil conciliar el sueño que si solo vieras videos de gatos.

Determina el valor de la experiencia empática. ¿Vale la pena el estrés empático? ¿Ayuda a fortalecer tus relaciones o produce un cambio positivo en tu comunidad? La vida moderna tiene muchos objetivos de empatía improductivos. Ya sea un nuevo programa alarmista o videos impactantes en las redes sociales, gastamos mucha empatía en objetivos que no enriquecen nuestras vidas y, a veces, las empeoran (por ejemplo, dormir mal por una novela llena de traumas).

Busca alternativas. Elige entretenimiento que te haga reír y sentirte bien. Cuando te reúnas con amigos, haz cosas que disfrutes. Si no eres una persona nocturna, no te reúnas con amigos para tomar algo. Si comprar ropa te hace sentir mal, sal a caminar con amigos. Si deseas mantenerte actualizado sobre los eventos actuales y encontrar que tus fuentes son activadores de empatía, prueba con otras fuentes que sean menos alarmistas. Elige periódicos, revistas o programas que ofrezcan el mismo contenido sin tirar de las fibras de tu corazón. Discrimina sobre lo que permites en tu órbita. Si esto te hace sentir culpable, recuerda que cuanto más te mantengas regulado y feliz, mejor podrás servir a otros en tu comunidad que te necesitan.

Fomenta la autocompasión. Desarrolla seguridad y calma en tu entorno. Ya sea que estés poniendo música relajante, favoreciendo las lámparas de color blanco suave sobre la iluminación fluorescente o colocando una planta en tu oficina, trae pepitas de paz a tu mundo. Haz meditaciones guiadas de compasión si se sienten bien contigo. Disfruta de una buena comida. Incorpora prácticas de bondad amorosa en tu vida para regular tu cuerpo y hacer que se sienta seguro para que luego puedas compartir ese sentimiento con los demás.

Practica la compasión en el momento. Cuando alguien acude a ti con dolor o ansiedad, respira hondo para mantenerte conectado a tierra y concentrarte en escuchar. Envíales amor activamente. Esto te mantendrá en un estado sin estrés que le dará a la otra persona espacio para experimentar sus pensamientos y sentimientos y, en última instancia, también se unirá a ti en un estado tranquilo y sin estrés.

La empatía es una parte fundamental del ser humano, que nos ayuda a vincularnos y cuidarnos unos a otros. Las personas que carecen de empatía, como los narcisistas y los sociópatas, causan mucho daño en el mundo. Sin embargo, la experiencia de la empatía puede ser difícil. Cuando pasamos demasiado tiempo en empatía, nos dañamos a nosotros mismos.

La clave es elegir activamente cuándo quieres sentir lo que otros sienten (por ejemplo, la alegría de bailar) y cuándo prefieres servir con compasión (por ejemplo, cuando un amigo está deprimido). La compasión le permite ser su cuidado, darse a sí mismo, sin el estrés y el agotamiento.

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