La transformación no está en manos de la tecnología, sino en las personas.


Las empresas demandan personal con amplias competencias para hacer frente a los retos de la transformación tecnológica.

Por ello, la capacidad de aprendizaje se valora más que unos conocimientos que podrían quedar obsoletos en un corto plazo.

Pero la transformación no está en manos de la tecnología, sino en las personas.



Así que en un mundo caracterizado por la incertidumbre y el cambio donde no se sabe qué conocimientos serán necesarios mañana, la actitud de evolución se valora más que unos estudios que corren el riesgo de quedar obsoletos.

Por esta razón, la formación académica no es suficiente.

Las empresas, en un entorno digital cambiante demandará en las personas una importante motivación para el aprendizaje y crecimiento continuo, en un enfoque colaborativo y transparente a la hora de compartir información dentro de una diversidad de pensamiento.

El aprendizaje permanente es una clave importante aunque no hemos sido educados para aprender continuamente, y eso es un problema. Aprender como aprender es más importante que nunca.

El reto de la sociedad del conocimiento y, especialmente de sus profesionales de la enseñanza, es sumamente estratégico para iluminar y facilitar competencias a las personas desde el aprendizaje y ayudarles en su gestión emocional de la vida, en un entorno cambiante y lleno de incertidumbres.

El sistema educativo, el contexto del aprendizaje y, en definitiva, la sociedad del conocimiento requieren de un cambio radical que favorezca competencias más emocionales, facilitando una transición óptima al cambio.

La transformación es incuestionable.

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